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¿Pueden las iglesias guiadas por el Espíritu Santo ofrecer algo mejor?

TRADUCIDO POR ANA MORENO. ARTÍCULO ORIGINAL AQUÍ.

Este blog es el tercero de una serie de tres partes sobre las personas que viven atracción al mismo sexo (gay), el Espíritu Santo y la Iglesia. (Parte 1, Parte 2). Aquí, (en la Parte 3 de esta serie), veremos cómo es que las iglesias pueden ser guiadas por el Espíritu Santo para convertirse en lugares donde las personas gay prosperen de acuerdo con una ética sexual histórica. Para ello, exploraremos las siguientes preguntas: ¿Cómo ha llamado Dios a la Iglesia a amar a las personas que experimentan atracción hacia personas de su mismo sexo (gay)? Y ¿cómo ayudará el Espíritu Santo a la Iglesia a convertirse en un lugar donde las personas gay puedan experimentar que pertenecen y, a su vez, puedan prosperar de acuerdo con la ética sexual cristiana ortodoxa?

Las personas que experimentan atracción al mismo sexo han visto algunos “malos frutos” que provienen de la Iglesia, pero no es porque las personas gay no se esfuercen lo suficiente, sino porque se ven obligados a resolver las cosas por su propia cuenta. Las personas que experimentan atracción al mismo sexo necesitan que la Iglesia “de un paso adelante” y que se comprometa a aprender a amar bien a éstos.

¿Cómo ha llamado Dios a la Iglesia a amar a las personas gay? ¿Y cómo ayudará el Espíritu Santo a la Iglesia a convertirse en un lugar donde las personas gay puedan pertenecer y prosperar de acuerdo con la ética sexual cristiana histórica? Aquí compartiremos ambas respuestas, comenzando por la primera. Para amar a las personas gay, Dios llama a la Iglesia a:

1. Invitar a todos los cristianos a pensar, desde la teología, sobre cómo manejan su dimensión sexual

La mayoría de las iglesias hoy en día llevan a los cristianos gay a asumir que se casarán, enseñan que “necesitamos compañía romántica para ser felices”, al mismo tiempo que se ignoran las enseñanzas de la Biblia sobre el celibato y el divorcio. Esto conduce a que un alto número de matrimonios termine en divorcio, a un vacío de teología y al mismo tiempo, a la práctica nula de la abstinencia en la soltería, entre cristianos heterosexuales.

Pero la Iglesia llama a un estándar más alto a los cristianos gay sobre el manejo de su dimensión sexual al permitir que los cristianos heterosexuales abusen del matrimonio para su realización romántica, mientras que solo pide a los cristianos gay que consideren la soltería vocacional. Sin embargo, esto debe ser diferente. Nuestras iglesias tienen que convertirse en lugares donde todos piensen cómo es que se maneja nuestra dimensión sexual como personas, desde la teología.

Necesitamos enseñar que Dios llama a todos primero a un período de soltería abstinente durante el cual discernimos si estamos llamados a una vocación de por vida al celibato o a una vocación al matrimonio cristiano para toda la vida, con alguien del sexo opuesto.

Estas iglesias enseñan que cada cristiano tiene la misma capacidad inherente para ambas vocaciones y que cada cristiano, gay o heterosexual, debe preguntarle a Dios si es que su vida va encaminada hacia la soltería vocacional o hacia el matrimonio cristiano [es decir, cuál de estas dos opciones le dará mayor plenitud en su vida].

2. Hablar públicamente sobre la intersección entre fe y sexualidad

La mayoría de las iglesias hoy en día evitan el tema del amor de Dios hacia las personas gay, por lo que el asistente promedio (a la iglesia) no sabe cómo tener conversaciones compasivas y teológicamente precisas con sus amigos. Como resultado, las personas con atracción a su mismo sexo no saben si es seguro compartir sus propias historias. Las iglesias que se mantienen indecisas sobre este tema llegan a perjudicar a los cristianos gay, pues dicha indecisión limita la capacidad de las Iglesias sobre invertir en algo mejor. En cambio, nuestras iglesias deben convertirse en lugares que hablen públicamente de las cuestiones culturales sobre la intersección de fe y sexualidad. Y así, desde la compasión y la precisión teológica, las iglesias están llamadas a explorar las siguientes preguntas:
¿Cómo es que se desarrolla la atracción al mismo sexo?
¿Qué papel desempeña Dios en ello y por qué?
 ¿La atracción hacia personas del mismo sexo cambia?
 ¿Cómo deben satisfacer sus necesidades de intimidad las personas gay?
¿Cómo encajan las personas LGBT+ en la historia de Dios?
¿Cómo es que la invitación que Dios hace a las personas LGBT+ es buena?

Como resultado de responder adecuadamente estas cuestiones, las personas en tu iglesia sabrán cómo amar bien a las personas LGBT+ y podrán reflejar ese amor de Cristo en las conversaciones donde se hable de la sexualidad. Además, las personas LGBT+ de tu iglesia que aún están “en el clóset” sabrán lo que crees, conocerán tu amor por ellas y que es seguro para ellas compartir su historia contigo.

3. Hablar, de forma apropiada a la edad, sobre la posibilidad de experimentar atracción al mismo sexo a lo largo de la vida

La mayoría de las iglesias esperan hasta que un niño comparta que “es gay” para abordar el tema de la atracción al mismo sexo. Esto es un problema. En promedio, los adolescentes esperan hasta cinco años después de haber reconocido por primera vez su atracción hacia el mismo sexo, para hablar o compartirlo con un padre o pastor. Son cinco años en los que éste busca encontrarle sentido a estas preguntas por su propia cuenta. La mayoría de las veces, esto significa que un adolescente ha generado ya vergüenza hacia sí mismo, depresión y tendencias suicidas o ha adoptado una ética sexual progresiva (y muy seguido, pasan todas estas cosas). En cambio, las iglesias deben convertirse en lugares que, de una manera adecuada para la edad de la persona, se hable sobre la atracción al mismo sexo a lo largo de la vida.

Antes de que un adolescente se dé cuenta de que es gay,  el adolescente debe escuchar que las personas gay no eligen por quién se sienten atraídas, que no tienen nada de qué avergonzarse, que no trataremos de arreglarlas, que no las amamos menos y que ¡Dios tiene planes buenos y hermosos para ellos! Así, cuando los adolescentes se den cuenta de que viven esta experiencia, podrán compartir con sus padres y pastores, invitándolos para que éstos les puedan ayudar a aprender sobre el cómo pueden manejar su sexualidad de manera que honre a Dios.

4. Brindar una atención pastoral efectiva a las personas gay

Desafortunadamente, muchos padres y pastores reaccionan primero a un adolescente que comparte sus atracciones enviándolo a un psicoterapeuta o a un ministerio para-eclesiástico1, es decir, a un espacio fuera de la comunidad de la iglesia para “arreglarlo”. Los padres y pastores no saben cómo acompañar adecuadamente a los adolescentes que experimentan atracción a su mismo sexo, por lo que subcontratan a otros para que los acompañen en vez de ellos. En consecuencia, la vergüenza y la soledad de estos adolescentes crece, pues estos retos y desafíos que está viviendo son tratados como “problemas extraños” que necesitan un tratamiento “especial”, diciéndoles que deben encontrar sentido a un aspecto clave de su persona lejos de la familia, lejos de su iglesia con la que cantan alabanzas, con la que oran y con la que comulgan.

Al contrario, las iglesias deben convertirse en lugares donde los pastores y líderes laicos sepan cómo acompañar bien a los cristianos LGBT+. Éstas, están llamadas a hacer lo que sea necesario por adquirir las competencias que les permitan dar una atención pastoral adecuada para las personas que viven estas experiencias. Si bien, es posible que se incluyan consejeros con licencia para ayudar a abordar los niveles clínicos de ansiedad o depresión, estas iglesias están llamadas a reconocer que la atracción hacia personas del mismo sexo no es “una enfermedad mental que deba curarse”. Los padres y pastores son apoyo clave para ayudar a las personas gay a integrar su fe y sexualidad de maneras en las que puedan prosperar en la vida y, a su vez, lograr generar relaciones profundas con Dios y con los demás.

5. Convertirse en lugares donde las personas con atracción al mismo sexo puedan prosperar en la soltería vocacional o en el matrimonio cristiano

Muchas iglesias pueden tener las creencias correctas sobre la ética sexual, pero las formas que ofrecen para poder manejar adecuadamente su dimensión sexual, para nada son viables. De manera que, éstos terminan siendo lugares donde nadie prospera en su soltería o en las complejidades del matrimonio con alguien del sexo opuesto.

Esencialmente, lo que sucede aquí es que se está llevando a los adolescentes gay a un “desierto”, dándoles “una pala y una bolsa de semillas”, y luego ordenándoles que sigan adelante, que “prosperen”, es decir, que puedan obtener buenos frutos.

En respuesta a las formas en que muchos han hecho mal uso de los matrimonios de orientación mixta [que son matrimonios en donde uno de los cónyuges, además de atracción al sexo opuesto, experimenta atracción a personas de su mismo sexo], muchas iglesias ahora enseñan que “el celibato es la única opción para las personas gay”. Sin embargo, estas iglesias nunca enseñan acerca de la soltería de por vida, no hay modelos en su iglesia para hacer esto de forma adecuada y tampoco se invita a las personas heterosexuales a considerar la soltería vocacional. Esto plantea la pregunta: al no mostrar que existe la opción de la soltería vocacional a las personas heterosexuales, ¿realmente creemos que esta es una opción buena?

En vez de esto, las iglesias deben convertirse en lugares donde las personas LGBT+ puedan prosperar en la soltería vocacional o en un matrimonio de orientación mixta. Estas iglesias deben enseñar sobre la teología de la soltería vocacional que puede encontrarse en las Escrituras, donde los adultos estén modelando que uno puede prosperar en la soltería de por vida y que esto es celebrado en ese contexto de la iglesia, y también, que es en la iglesia, donde se debe invitar a todas las personas, gay o heterosexuales, a discernir si Dios los está llamando a dichas opciones de vida, es decir discernir si Dios los está llamando a la soltería vocacional o al matrimonio cristiano. Lo más importante es que estas iglesias deben ser lugares donde las personas solteras pueden encontrar la misma profundidad de familia que encuentran las personas casadas, ya sea a través de comunidades cristianas intencionales2 de personas solteras (o comunidades donde hay personas solteras y casadas) o ayudando a los solteros vocacionales a mudarse con familias de las personas casadas para ser parte de su comunidad, parte de su familia. Luego, estas iglesias deben enseñar que los matrimonios de orientación mixta son posibles para las personas gay también, evitando hacerlo de una forma imprudente, al tiempo que se destaquen tanto la belleza, como la fragilidad de las historias reales.

La mayoría de las iglesias no pueden hacer este trabajo por sí solas. La mayoría de ellas necesitarán a un experto que les ayude a proyectar una visión para poder encontrar una mejor manera de hacer este ministerio, elaborar un plan para hacer realidad dicha visión e implementarlo adecuada y cuidadosamente.  Pero incluso si tu iglesia se asocia con un experto como Equip, no lograremos nada sin el Espíritu Santo.

Entonces, [respondiendo ahora a la 2da pregunta del blog] ¿cómo ayuda el Espíritu Santo a la Iglesia a convertirse en un lugar donde las personas que experimentan atracción al mismo sexo puedan pertenecer y prosperar de acuerdo con la ética sexual cristiana histórica?

El Espíritu Santo nos llama a arrepentirnos

Juan 1:33 y Hechos 2:38 nos llaman a arrepentirnos y a recibir al Espíritu Santo. Una de las grandes maneras en que el Espíritu Santo nos santifica es invitándonos a arrepentirnos. Antes de que nuestras iglesias busquen comenzar a dar pasos hacia adelante, primero debemos de considerar el pasado. Con esto, nos referimos a que en las iglesias necesitamos arrepentirnos por las formas en que hemos actuado, ya sea activa o pasivamente (haber sido cómplices), en aquellos esfuerzos “Pray the gay away3, a la vez que necesitamos identificar y eliminar las formas en que estas ideas y prácticas siguen presentes actualmente.

Muchas iglesias evangélicas todavía predican que elegimos por quién nos sentimos atraídos y que las personas con estas experiencias cometen pecado por el mero hecho de sentirse atraídas por otras personas de su mismo sexo. Todavía seguimos escuchando que estas personas han llegado a desarrollar esta atracción porque “fueron violadas” o “porque tuvieron malos padres”. En la mayoría de las ocasiones, el pecado sexual entre personas del mismo sexo es tratado como “peor” que el pecado sexual entre personas del sexo opuesto. A las personas con atracción al mismo sexo se les dice que “sigan trabajando por el cambio en su atracción si quieren que Dios los ame”. Y los pastores y los padres todavía envían a los adolescentes gay a psicoterapeutas, retiros de fin de semana y ministerios para-eclesiásticos con la esperanza de que regresen “arreglados”[es decir, esperando que su atracción al mismo sexo “desaparezca”].

El Espíritu Santo guía nuestra teología

1 Corintios 2:11, Juan 16:8 y 2 Pedro 1:21 nos recuerdan que el Espíritu Santo guía nuestro pensamiento y nos proporciona sabiduría. Necesitamos enseñar audazmente a todos los cristianos a pensar acerca del manejo de su dimensión sexual desde la teología y participar en estas conversaciones de manera atractiva y con convicción dentro de nuestros hogares, dentro de nuestra iglesia y en cualquier lugar.

El Espíritu Santo nos da la fuerza para ofrecer algo mejor

Romanos 15:13, Lucas 11:13 y Hechos 1:8 nos muestran el poder que está disponible para nosotros a través del Espíritu Santo. Pide al Espíritu Santo que te de la sabiduría para ayudar a la Iglesia a ofrecer algo mejor para las personas que experimentan atracción hacia otros de su mismo sexo.

Debido a que muchas personas gay que manejan su sexualidad de acuerdo con una ética sexual histórica responden a un llamado a la soltería vocacional, una de las grandes formas en que podemos ofrecer algo mejor a las personas con estas experiencias es ayudarlas a encontrar una comunidad, una familia. Esto es, podemos ayudar a las personas solteras a reunirse y comprometerse a ser familia el uno para el otro y a generar ritmos familiares juntos. Las iglesias pueden apoyar a las personas solteras sugiriendo la idea de crear estas comunidades cristianas intencionales, ayudándolas a proyectar una visión de las mismas, brindándoles apoyo pastoral mientras exploran dicha posibilidad, acompañándolas en el proceso e incluso considerando la opción de brindarles apoyo financiero en los primeros años.

El Espíritu Santo da esperanza

Juan 14:26, Romanos 5:5 y Juan 15:26 nos recuerdan que el Espíritu Santo está con nosotros brindando confianza y esperanza, incluso cuando las cosas parezcan angustiantes. Dios está llamando a la Iglesia a hacer algo grande hoy. Será un gran reto. Cuando parezca demasiado, no encuentres la salida fácil, no culpes a las personas gay, no digas que “esta cruz es demasiado grande”, no la ignores. Más bien, pidámosle al Espíritu Santo que nos de la esperanza de seguir adelante por el bien de las personas gay en sus familias y parroquias, y por el bien de toda la comunidad de la Iglesia.

Para obtener más información sobre cómo convertirse en una iglesia guiada por el Espíritu donde las personas que experimentan atracción al mismo sexo prosperen de acuerdo con las enseñanzas de Dios, contáctenos hoy en info@equipyourcommunity.org.

  1. Ministerio para-eclesiástico. Refiere a las organizaciones que no son de la iglesia, pero que trabajan junto con estructuras de la iglesia (ya sea que estas estructuras sean individuales o afiliadas). ↩︎
  2. Comunidades Cristianas intencionales. Se refiere a un grupo de personas (casadas y/o solteras) que se comprometen entre sí como familia y viven como familia, generalmente en el mismo hogar o vecindario. ↩︎
  3. Esfuerzos “Pray the gay away”. Aquellos intentos basados en los “programas ex-gay” donde se busca que la orientación sexual de una persona cambie de gay a heterosexual. Algunos ejemplos son: terapia de conversión y oración. ↩︎

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